El tiempo nos ha enseñado que sí podemos elevar tanto la calidad como la velocidad de lo que hacemos, sin necesariamente tener que sacrificar una por la otra. De ahí nace el concepto de sentido de urgencia.
Impulsar una cultura de urgencia en nuestras organizaciones demanda enfocar en prioridades. Pues bien, todas las personas manejamos un mayor o menor sentido de urgencia, dependiendo de nuestro desempeño en cuatro dimensiones: enfoque en prioridades, promesas, tenacidad y velocidad de respuesta.